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El dulce soñar

Hoy, viajo hacia una calita a la que nunca tuve el placer de visitar. Tan desierta, que la palabra relax, cobró sentido en mi cabeza. La neblina blanca desaparecía poco a poco, mi mirada curiosa quería ver todo,con detalle, aunque esta apareciese por arte de magia. Aún quedaban cuatro sentidos a los que despertar. Mis pies fríos, húmedos por la arena empapada, por ese baile de olas que la acariciaban y ese cante con el que el mar las acompañaba. Suspiro, sin quererlo. Es tan hermoso, que mi cuerpo reaccionaba solo, ante tal escena. Paseo, echando hacia atrás la cabeza, respirando este aire tan limpio. Mis brazos, estirados hacia ambos lados, acariciaban el viento. Sin pretenderlo, me dirijo hacia aquellas rocas, que parecen nacidas del agua. El paisaje hacía sentirme fuerte y libre. Una de las estampas más curativas que existe. Aunque en ellas, se pueda reforzar el amor y los sueños por cumplir. Un ruido me abruma, está oscuro y no consigo ver nada más que oscuridad. Una voz se posa en mis oídos, solo dice cosas bonitas. Aquella mano tocando mi hombro, me hizo saborear la palabra hogar. Y es que, la persona que tanto añoraba, vino a acompañarme en aquel sueño, para regalarme aquella noche estrellada.

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