- Un café con leche. Gracias - Mmm… Su olor a lavanda y miel. Me imagino como olerá su piel desnuda entre mis brazos.
Hace un día soleado, los niños juegan al fútbol. Se les escucha cerca. El sonido de los pájaros me relajaba. Aún no se porque me mudé al centro. El ruido de los coches y las obras me ponen nervioso. Quizás lo hiciese por ella.
- Son dos euros - Me dijo con su sonrisa, o eso imaginé.
- Tome, quédese con la vuelta - Mientras escuchaba sus pasos alejarse, me imaginaba cómo sería mi vida con ella. Preciosa, ¿verdad?. Recorrer mis manos por su cuerpo. ¿como seria?. Me da igual, no me importaba cómo fuera su físico. Su voz me envuelve y me hace sentir lo que ninguna otra ha conseguido.
El sonido del reloj me avisa que han dado las cinco. Llevaba pensado en ella una hora. Mierda. El café está congelado. No puedo dejarlo entero. Sería descortés. Me lo tomo de un solo trago. Me levanto y comienzo a andar. Me noto raro. Pensar como seria mi vida junto a ella, viendo su sonrisa que congela el tiempo. Me hacía parecer alguien que no soy.
- ¡Caballero! Se olvida el bastón, va a ser complicado poder… Ya sabe, saber donde esta sin el - Se me caía la cara de vergüenza. No quería que me viera así. ¿pero qué digo? ella me ve.
- Muchas gracias. Su nombre es…
- Laura. Me llamo Laura.
- Encantado, yo soy Mario. Emm...Gracias de nuevo.
Me despedí de ella con una sonrisa tímida. Abrí mi bastón blanco y empecé a contar. Mil pasos. Solo mil pasos para casa. Tiempo para poder soñar que vuelvo a ver.
A.C
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