Me encuentro tumbada mirando hacia el horizonte, aunque las gotas en el cristal me entorpecen la visión, mientras, los truenos rompen el silencio de la tarde y los relámpagos el de la oscuridad. Cierro los ojos, el sonido de la lluvia me relajaba.
- Ah...- se me escapa un leve gemido mientras la notaba.
¿Por donde iba?, a si. Las tardes de domingo siempre las pasaba relajada, era como un pequeño ritual, y con la llegada del otoño se acentuaban. Estaba arropada y mi cuerpo se calentaba poco a poco.
- Chupame - le entrego mi dedo.
Sí, ahí estaba, debajo de mi manta comiéndome el coño mientras yo me abría para él. Es divino, solo él sabe como hacer que me moje con un leve
mordisquito en mi clítoris. Noto su mirada proyectada en mi sexo, viendo como me tocaba. Sé que le encanta, y ami también. Cuando estoy llegando al orgasmo, él me ayuda absorbiendo, mordiendo y lamiendo.
- ¡Más rápido! - pronto mojaría todo, quito la manta descubriendo su preciosa cara.- tocame rápido y fuerte.- digo gimiendo - sigue, sigue… - voy alzando poco a poco la voz -mmm… ¡joder!- y aquí es cuando voy eyaculando con presión mientras él sigue tocando. Uno, cae en mi pecho. Dos, cae cerca de mi boca, y yo sonrío. Tres, le salpica en la cara. Me hago un poco de presión y quita su mano de mi interior, dejando toda la sábana mojada.
- Uf… Como me pones cielo.- y ami que me digas esto. Me levanto, ahora le tocaba a él, buscó su polla con mi boca mientras las últimas gotas de mi placer recorren mis muslos. - está muy dura nena.
- Quiero comprobarlo.- le mire desde abajo con una sonrisa picarona. Juego con ella mientras le escupo. Luego me levanto y me la penetro.
- Ah… - ya lo noto en mi interior, no tardo en correrme de nuevo. Otro movimiento, otro orgasmo. Es maravilloso ser multiorgásmica. Juego con mis caderas, le bailo en círculos, a la vez que subía y bajaba.
- Nena no pares.- me dice entre susurros, luego me da una palmadita en mi trasero. Me encanta.
Cambio de postura, quiero que se vaya rápido. No penséis mal, me encanta follar con él, pero a veces me gusta superarme y ver cuánto le gusta lo que le hago. Así que procedo a levantarme, le doy un beso mientras le muerdo el labio de abajo y me pongo encima, dándole la espalda. Me introduzco su erección en mi ano.
- Agarrame fuerte.- le pedía con media voz.
Y así lo hizo, mi pelo entre sus manos, lo suficiente brusco para que no me doliera. Me introduje los dedos intercalando los movimientos y …
- ¡Joder! ¡Más fuerte!, si nena, así… - Que cerda me ponía este hombre. Cuatro minutos después, nos encontramos tumbados, húmedos, recuperando el aliento para seguir en la ducha. Como cada tarde de otoño.
- A.C
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