Llevo dos horas masturbándome, y a cuál orgasmo más placentero. Estoy llegando a pensar que tengo un serio problema. Quizás soy... ¿ninfómana?, no se, no creo. No necesito follarme al primero que pasa, pero si se me activa el líbido en cuanto alguien me mira más de dos segundos... Sé que tengo necesidades, pero tampoco quiero parecer una buscona. Lo mismo soy ninfómana pero padeciendo casos no estudiados. En fin, aquí estoy tumbada en la cama, con la mano mojada, esperando a ¿Roberto?¿Nico?¿Fernando?... ¡Mierda!, esto me pasa por follarme a tantos, que a una se le olvida el nombre del chico... Aunque lo que nunca se me olvida es el tamaño y grosor de cada polla que he catado, el número de venas visibles, o si están depilados o no. El número de arcadas que he aguantado con puro placer o las veces que se me han escapado las lágrimas para hacer la mejor mamada. Si... Creo que ningún chico podrá olvidar ni una noche junto a mí. Por eso repito con cada uno de ellos, a mí me da igual que tengan o no novia, no es mi problema. ¡Ups! el timbre suena, eso solo quiere decir SEXO. Me levanto desnuda, en casa no necesito ni ropa ni lencería, me dirijo a la puerta, eché un vistazo y nada más verlo mi clítoris experimentó la sensación más placentera, haciendo que todo mi sexo se mojara al completo. Me mordí el labio, era él, nunca revela su nombre y me tiene totalmente loca. No voy a perder más el tiempo, las piernas me tiemblan, quieren estar con él. Voy a dejar mis pensamientos un rato, quiero que me penetre como si no hubiera un mañana y debo tener mi mente ocupada exclusivamente a ese mar de sensaciones que va a nublar mi vista. Tal vez penséis que lo único que me hace falta es un psicólogo. No os lo pondré en duda.
- A.C
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