Tengo la vista algo nublada, no recuerdo cuantas copas he tomado. Solo sé que me encuentro con muy buena compañía y que me pueden respaldar si me da una ¿pálida?, si, creo que así la llama mi amiga. Ella dice que es una sensación rara, la cara se te vuelve de un tono blanquecino, se te cierran los ojos y solo quieres respirar lentamente para no morir. A mí me falta bastante para eso, solo estoy borracha y muy cachonda. Hecho un vistazo a mi alrededor, pero no encuentro nadie con quien poder tener sexo. ¡Mierda! Odio estos momentos.
Me despido de mis amigos, que no se dan cuenta de mi estado, y dejan que coja mi coche. Hasta que lo vi. Ahí estaba, con una de mis colonias favoritas, con ese peinado que tanto me ponía y... Cómo no, el cabrón se puso esa camisa blanca que hacia caramelo una zona muy sensible.
- Hola.- Consigo decir
+ ¿Te vas sola?
- Si, he bebido demasiado, mejor me voy a casa.- Y te empotro contra el coche, dijo mi subconsciente.
+ Ten cuidado.- Que estúpido era, últimamente me estaba empezando a caer demasiado mal, pero no puedo mandar sobre mi coño.
- ¡Oye! ¿Te apetece un par de birras?- Hice una mueca enseñándoselas. Me robé cuatro del congelador de mi colega, el idiota no se dio cuenta.
+ Vale, en realidad solo me pasaba para saludar.
Obviamente condujo el, yo no sabia deducir donde estaba el freno ni el acelerador, y mucho menos la concordancia que debía tener para cambiar las marchas. No nos fuimos muy lejos. Abrí la cerveza y lo miré.
- ¿Qué?. - Insoportable, lo que yo os diga chicas. Nunca os fijéis en alguien tan sumamente prepotente, porque os sacará de quicio.
+ ¡Nada!, que a veces te pegaría un chochazo por tal de que te callaras.
- ¿Un qué?- Su risa fue muy contagiosa, debió alucinar con mi intento de seriedad.
Suspiré, se me pasaron miles de cosas por la mente. ¿Y qué hice?, pues todo. Como era mi coche sabia perfectamente como colocarme para encajar a la perfección. Me puse encima de el, quedándose este un poco desconcertado. Lo miré y brindamos.
+ Por la follada que te voy a regalar.
- Eh... Ana, no sabes lo que estas diciendo.- Su risa era nerviosa.- Mañana quizás te...
+ Shh.- Le corte con mis labios en los suyos.- Llevo semanas esperando este momento.
Besos, saliva, mordiscos, mamadas, cunilingus, anales... Bah, no solo estaba buscando eso, sino algo que recuerde en su cama mientras se pajea pensando en mí. La temperatura subió con nuestros besos, nos tocamos y tuve la idea de pedirle que se preparase un porro en mi espalda, mientras yo, apoyaba mi pecho en el asiento del copiloto, le iba follando, bailándole en círculos. Él, accedió sin pensarlo. Cuando acabó, me di media vuelta sentándome encima volviéndomela a colocar.
+ El puma.- Quería encenderme el porro dándole una leve calada para echárselo a la cara mientras mordía mis pezones. Se lo devolví y mientras él disfrutaba de aquello, yo disfrutaba de algo parecido, más grande, más gordo y más suave.
Me despido de mis amigos, que no se dan cuenta de mi estado, y dejan que coja mi coche. Hasta que lo vi. Ahí estaba, con una de mis colonias favoritas, con ese peinado que tanto me ponía y... Cómo no, el cabrón se puso esa camisa blanca que hacia caramelo una zona muy sensible.
- Hola.- Consigo decir
+ ¿Te vas sola?
- Si, he bebido demasiado, mejor me voy a casa.- Y te empotro contra el coche, dijo mi subconsciente.
+ Ten cuidado.- Que estúpido era, últimamente me estaba empezando a caer demasiado mal, pero no puedo mandar sobre mi coño.
- ¡Oye! ¿Te apetece un par de birras?- Hice una mueca enseñándoselas. Me robé cuatro del congelador de mi colega, el idiota no se dio cuenta.
+ Vale, en realidad solo me pasaba para saludar.
Obviamente condujo el, yo no sabia deducir donde estaba el freno ni el acelerador, y mucho menos la concordancia que debía tener para cambiar las marchas. No nos fuimos muy lejos. Abrí la cerveza y lo miré.
- ¿Qué?. - Insoportable, lo que yo os diga chicas. Nunca os fijéis en alguien tan sumamente prepotente, porque os sacará de quicio.
+ ¡Nada!, que a veces te pegaría un chochazo por tal de que te callaras.
- ¿Un qué?- Su risa fue muy contagiosa, debió alucinar con mi intento de seriedad.
Suspiré, se me pasaron miles de cosas por la mente. ¿Y qué hice?, pues todo. Como era mi coche sabia perfectamente como colocarme para encajar a la perfección. Me puse encima de el, quedándose este un poco desconcertado. Lo miré y brindamos.
+ Por la follada que te voy a regalar.
- Eh... Ana, no sabes lo que estas diciendo.- Su risa era nerviosa.- Mañana quizás te...
+ Shh.- Le corte con mis labios en los suyos.- Llevo semanas esperando este momento.
Besos, saliva, mordiscos, mamadas, cunilingus, anales... Bah, no solo estaba buscando eso, sino algo que recuerde en su cama mientras se pajea pensando en mí. La temperatura subió con nuestros besos, nos tocamos y tuve la idea de pedirle que se preparase un porro en mi espalda, mientras yo, apoyaba mi pecho en el asiento del copiloto, le iba follando, bailándole en círculos. Él, accedió sin pensarlo. Cuando acabó, me di media vuelta sentándome encima volviéndomela a colocar.
+ El puma.- Quería encenderme el porro dándole una leve calada para echárselo a la cara mientras mordía mis pezones. Se lo devolví y mientras él disfrutaba de aquello, yo disfrutaba de algo parecido, más grande, más gordo y más suave.
-A.C
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