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Tu efecto

Me duele la cabeza, tanto golpe recibido en la crisma está haciendo su efecto. Las muñecas se están cansando, debo averiguar alguna manera de poder agarrarme al cinturón de seguridad sin que se agarroten demasiado. Y el coxis va a sufrir una fisura por culpa del anclaje de este. No sé si os habréis dado cuenta, pero me sitúo en el coche más pequeño e incómodo del mundo, manteniendo una reunión bastante interesante con un muchacho llamado... Esto... Creo que se llamaba Eustaquio. No me hagáis mucho caso, recuerdo que es un nombre bastante feo y que doy gracias a que no se pareciera nada a su belleza.
Andamos algo ligeros de ropa, le he rajado la camisa a causa del reclamo de un beso y él me ha roto el tanguita blanco de encaje. Supongo que por venganza. O tal vez por ansia de poseerme. Es un hombre muy posesivo, demasiado. He tenido varias experiencias parecidas, pero no tan acentuado. Tiraba del pelo de manera perfecta, notabas un leve dolor, pero muy placentero. Ya que a la vez penetraba profundamente sacándome un orgasmo. Me agarraba del cuello brutalmente, pero sin llegar a hacerme daño. Le gustaba ver como me asfixiaba al igual que cuando guardaba su polla en mi garganta. El colmo fue cuando azotaba mi trasero, dejándolo rojo y saltándome la piel. Es ahora cuando le poseo yo. Incorporándome, me siento encima de él, inmovilizándolo, ya que le pongo mi mano en su garganta, me mira perplejo, seguro que haciéndose varias preguntas en su mente. Me da igual, me gusta el sexo duro, pero no que disfruten a causa del dolor. Entonces le di una bofetada mientras me movía en círculos, al cabrón le gustaba. Tanto que cuando le escupí me dijo que se correría si lo volvía a hacer. Me separé de él, dejando escapar de mi interior su miembro, situándolo entre mis labios, tocando su glande mi clítoris. Le presioné con mis dedos las mejillas de forma que abriese un poco la boca, y un hilo de saliva penetraba en su interior. Relamí mis labios al mismo son que mi dedo pulgar rozaba su punta gracias a la suavidad que proporcionaba nuestros flujos, haciéndole explotar entre su orgasmo más deseado.

- Espero volver a verte - Me comentó al vestirse. Asentí llena de mentiras. Nunca lo volveré a ver.

Losé, es un comportamiento inapropiado de una señorita. Acostarte con alguien que conociste, porque sabe  mojarte una zona muy sensible. Desafortunadamente no soy una señorita. Y pienso que ninguna chica debe pensar con esa frase. Soy una persona que tiene necesidades, como todo el mundo. El sexo es algo natural, somos la especie, junto a los delfines, que lo practica por placer. Debemos ser libres, dirigir nuestra vida como queramos, pero siempre con cabeza y miramiento. El pequeño discurso seguía sonando en mi cabeza. Esto solo pasa por puro remordimiento. No. No penséis que tengo pareja o alguien a quién le debo respeto por algún tipo de contrato verbal. Siento esto por una persona que no nos debemos nada y a la vez sueño con darle todo.
Un pequeño suspiro se escapa entre mis labios, me encuentro situada en el que fue nuestro primer encuentro. Sentada. Mirando hacia el horizonte, contemplando aquellas vistas que te dejaba el dibujo de las luces. Recuerdo aquel día como si fuera ayer. Tan nerviosa, como si fuese la primera cita de mi vida. Y unos besos tan complementados que parecía que lleváramos tiempo practicándolos. Me sentía cómoda, sin complejos, con ganas de que nunca dejara de complacerme. No tuve sexo con él y sin embargo tuve los mejores orgasmos con tan solo el roce de su piel. Recuerdo que le dije con otras palabras, que su nombre sonaba a poesía.
El ruido de un coche rompe mis pensamientos. Hace viento, frió y tiene pinta de llover. Eso me recuerda que ya mismo llega la entrada del otoño. Maldita estación del año... Me hace sentir ñoña, triste y excitada. Son conceptos algo contradictorios, pero que tienen mucho en común. Sentándome en el coche procedo a echar el asiento hacia atrás. Me subo la falda y me chupo los dedos, envolviéndolos de saliva. Rozo mi sexo, entreabriendo mis labios con tal suavidad que se deja palpar el clítoris hinchado por la excitación.
Imagino como su dedo índice recorre mis mejillas, acabando en la comisura. Su mirada limpia y penetrante me excitaba. Un leve mordisco se adueña de mi labio inferior haciéndolo suyo, como de mi alma. Mis gemidos rompen el silencio de la noche. Sigue, consigo decir entrecortada por el placer, penetro mis dedos en mi interior haciéndome creer que es él. Mi respiración agitada, hace inundarme de satisfacción. Acariciándome, notando esa suavidad y a la vez la rugosidad de mi interior. Mis movimientos son de ida y de venida, como si a alguien llamase, empiezan a hacer su fruto. Es hora de que sus labios se conviertan en mis dedos pellizcando mi clítoris. Si. Joder. Parecía que lo estaba viendo. Estaba precioso encajando sobre mí sexo, absorbiéndome a la vez que pasaba sus dientes con suavidad. Estaba a punto. Lo sentía. Quiero más, lo necesito aquí y ahora.
Cojo el móvil, llevaba casi un mes sin saber de él. Seguro que me arrepentiré mañana de esto, pero cuando una esta tan excitada no piensa. Entro en la aplicación de mensajería abriendo su chat. Estaba  a punto de explotar, me estaba retrasando el orgasmo para que fuese más satisfactorio. Quería que escuchase mi placer. Pulso la nota de voz. Noto como levemente mojo mis piernas. Me penetro aún más fuerte, hincando mis uñas en su espalda, cuando en realidad eran mis muslos. Muerdo fuertemente mi mano. Ya viene. Gimo. Grito. Maldigo y vuelvo a gemir. Un chorro se dispara hacia el espejo. Ni queriendo tendría tanta puntería. Con el móvil en el pecho termino de trasmitirle mi placer.

- Este es el resultado del efecto que haces sobre mí.

Se ha hecho tarde, limpio el desastre que he provocado y me muerdo el labio pensativa. Quizás me estoy empezando a arrepentir. Así no se consigue una vida junto a ti, digo en voz alta. Aunque me dejó ver que nunca la tendríamos... Pero si momentos juntos, me contesté.


- A.C


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