Su respiración rompía el silencio de la noche, una exhalación suave capaz de erizarme la piel. Tan inocente y frágil que me daba miedo girarme para observarle. Desprendía una cara angelical, pero tenia un alma de diablo. Nunca nos paramos a pensar en las sensaciones que nos transmite la persona con la que compartimos nuestra parte intima, una parte que le regalamos a personas que ni se lo merecen. ¿Quizás él si?. Un leve gemido me hace ver que se despierta y opté por hacerme la dormida, no preguntéis por qué. Un efecto se domina de mi interior cuando este se gira hacia mí, resbalando su mano accidentalmente hacia mis partes bajas, accediendo en el interior de mi tanga, separando mis labios. Una sonrisa muda se apodera de su cara al palpar mi sexo mojado, aquello que mi cuerpo originaba al sentir su tacto. Mi respiración se agita. Imaginarme sus manos rozando mi piel me excitaba, aún más cuando estas apretaban mis caderas. ¿Que tiene? me pregunté. Su esencia, me respondí. Empezaba una cuenta atrás en la que se medía en gemidos. Su boca a escasos milímetros de la mía. Su excitación, tan palpitante y voluminosa, pidiendo que le diese el placer que se merecía. Yo, tan inocente, regalandole mi cante.
- A.C
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