¿Alguna vez habéis escuchado sobre el turismo sexual?
Pensaréis que estoy loca y que quizás estoy fomentando una nueva manera de conocer el sexo y sus limites, o tal vez aquellos de los cuales no somos capaces de soportar.
Si se os ha pasado por la mente, estáis en lo cierto, este proyecto solo tiene un año de edad, y cada día son más los turistas que vienen a conocerse mental y físicamente. Hay muchas zonas escondidas o que muy poca gente sabe de locales y casas dedicadas a la práctica de las fantasías sexuales, en la gran mayoría se necesita un tipo de invitación, pero no os imaginéis una tarjetita de cumpleaños con las palabras "esta noche se realiza una fiesta en casa", no. Son citaciones enviadas al móvil con un código, ya que suelen tratarse de personas apoderadas, y contactos que se deben de hacer durante años de experiencia en este mundo. Y yo... digamos que tenía la suerte de caer bien. Concertaba citas, me las aceptaban y yo llevaba un grupo reducido para que los otros invitados no se imaginaran que esto fuera una especie de excursión. Personalmente me consideraba una especie de guía turística, una curiosa a la que le interesaba todo ese mundo y a la que nunca fue capaz de adentrarse en el, pero que se hacía pasar por una experta retirada y todo el mundo la creía. Hasta que llegó él.
Era alto, con barba perfilada, manos grandes, lab.. Perdonad, se me cayó la baba al ver esos ojos verdes que tanto me pierden, labios carnosos, nariz perfecta.. Joder qué ojos, ¿cómo me mirarían mientras recorren cada rincón de mi piel?. Me sofocaba de solo pensarlo. Philippe, uno de los peces gordos de Puerto Banús, interrumpe mi fantasía.
- Estela, este año la cooperativa quiere invitarte a la cena anual de nuevos emprendedores. El que maneja este tema le ha interesado mucho tu proyecto y quiere proponerte varias cosas. Claro... si aceptas.
+ No sé qué decir.. esto es para mi un sueño. Pero.. ¿quién es?.- Me puse a mirar hacia todos lados, buscaba a un hombre mayor con rasgos algo perversos. La mayoría se les dejaba ver cara de pervertidos cuando pasaban las chicas más jóvenes.
- El chico del traje chaqué al estilo frac de color negro, ¿lo ves?, está sujetando una copa de balón.
+ Él es... - No podía articular palabra, la manera en que sujetaba su copa y observaba el ambiente observando todo al mínimo detalle. Tan elegante con ese traje tan apropiado para la ocasión, una noche de crecimiento empresarial, con nuevos emprendedores. No salía de mi asombro, esos ojos se fijaron en mí.
- Hugo Ruiz. ¿No os han presentado?. - Mi garganta carraspeaba, sabía perfectamente que parte tocaba ahora. Una presentación cordial, en la que nuestras manos simulará un apretón de manos, insignificante pero con una leve intensidad.
+ No, no tuve el placer. - Fingí mi nerviosismo con una sonrisa dulce. Acto seguido, Philippe me indicó con un gesto que era el momento.
Mi cuerpo se movía solo y mi cerebro no era consciente de tales movimientos. Notaba como cada músculo se tensaba en cada paso y el leve temblor de mis piernas por la corta distancia que nos separaba. No podría explicaros tal efecto que hacía sobre mi, pero si lo que este causaba, y era tal que mis muslos notaban un cosquilleo por unas gotas de agua que se deslizaban sobre ellos. Estaba muy excitada, mi respiración se entrecortaba y no supe hacer otra cosa que morderme el labio apartándome el pelo antes de escuchar su incitante hola.
- Buenas noches, ¿Estela?.- Asiento. - Encantado, no hemos tenido el placer de conocernos antes, una pena. - Soltó una mueca bastante picarona.- Mi nombre es Hugo Ruiz, aunque creo que eso ya lo sabia usted.- Me quede un par de segundos muda, me tendió su mano e intenté reaccionar lo antes posible.
+ Buenas noches, Hugo Ruiz. - Su apellido sonó en mis labios con bastante vacile.- No tuve el placer. Aunque... me consta que usted de mí se ha puesto bastante al día.- Conseguí intimidarlo, cualquiera diría que un hombre así llegaría a sentir tal cosa.
- Si, bueno.. - Se le cambio la voz, tal vez se pensaría que soy la típica niñata de turno que le ha salido un proyecto bien por suerte y gracias a los dineros de papá.- La reunión previa a la organización de este evento, me llegó un rumor a mis odios sobre el "turismo sexual". - Una leve carcajada me aturdió.- Perdón, suena bastante gracioso e incoherente, pero debo decir que es un gran proyecto y me encantaría que fuera una más de mi equipo. Philippe le habrá puesto un poco al tanto, no obstante, está invitada mañana a las nueve a.m en mi oficina. Necesito saber todo y hacerle varias preguntas antes de tomar una decisión.
Odio que se tomen a risa todo lo que tenga que ver con mis metas conseguidas. Soy muy consciente de que estoy aquí por algunos enchufes y por mi cara bonita, pero eso no quita que me lo esté trabajando día a día. Nada de esto me lo han dado masticado, y el asqueroso guaperas de turno se planta aquí con ese plante chulesco diciéndome esto... ¡cómo si aceptase tan sumisamente!. Nadie iba a mandar sobre mí, y el bien lo sabe, aunque todavía no es nada consciente de lo que le espera.
+ Espéreme sentado en su despacho, me pasare en cuanto me apetezca. ¡Ah! y por favor, espero que cuando entre por la puerta no tarden más de dos minutos en dejarme un té chai bien caliente. Si quiere saber todo sobre mi trabajo, se lo debe ganar. ¿Alguna duda?. - Se quedó boquiabierto y mudo.- Bien, no esperaba otra respuesta. Ha sido un placer, Hugo.
Me dí media vuelta despidiéndome de Philippe, y me fui a pedirme una copa. Acto seguido salí a esa terraza tan amplia dónde se veía en el horizonte aquellas luces que dibujan el puerto. Di un trago, saboreando mis labios, aspiré una bocanada de humo del cigarrillo que me acababa de encender. Cerré los ojos dejando caer una pequeña estela de humo saliente de mi boca, cuando noto un soplo de aire caliente alrededor de mi oído. Era él.
+ ¿Qué quiere?, su perfume huele a kilómetros de distancia.
No habló, lo noté detrás mía, deslizó su mano izquierda por mi brazo hasta llegar a la copa, haciéndose de esta, para apartarla. Luego, con la mano derecha, se deslizó por el otro brazo quitándome el cigarrillo para darle una calada y apagarlo en mi copa. Con ese acto me demostró que le gustaba dominar, si manejas estos temas debe de ser porque también te guste, y este me daba la sensación que no permitiría ninguna risa a su costa, delante de nadie, y menos sin castigo.
- A un tipo como yo no se le debe tratar así, quizás esto para usted, señorita, es un juego. Lo mismo se piensa que dejándome en ridículo o intentarlo, delante de un gran socio, le va a beneficiar más en este mundo. Se equivoca.- Esa voz ronca... está muy excitado, le ha gustado mucho mi acto y no es capaz de reconocerlo.
Me di la vuelta, mis ojos daban a su pecho, por lo que tuve que mirar hacia arriba para encontrarme con su mirada. Él apoyó su frente junto a la mía, apretándome un poco una de mis muñecas. Yo, sin embargo, con mi otra mano, le pase el dedo índice por sus labios, haciéndole callar.
+ Me da la sensación de que me lo voy a pasar muy bien con usted.- Le dije susurrando acercándome a su cuello con mis labios mojados. Y sin mirarle, me adentré hacia la fiesta.
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El despertador sonaba con un ruido demasiado estridente y mi brazo, que en ese momento pesaba horrores, hizo leves movimientos para apagar ese infernal aparato. Al no poder conseguirlo, opté por rendirme y taparme los oídos con la almohada. La notaba más pesante que de costumbre, era muy consciente de que bebí demasiado anoche, pero no las copas suficientes para estar en ese estado. Abrí un ojo, con mucho esfuerzo, y salte de la cama sobresaltada.
+ ¡Pero que coño!.
Tenía frente a mí un culo súper bien puesto, debía ser un hombre por su espaldas y bueno... en esa postura se dejaba ver un poco su escroto. Una risita muda se adueñó de mi cara, pero no era momento de risas... ¿Quién sería?. No recuerdo nadie que me llamase la atención en la fiesta, y menos aún para subirme a la habitación. Oh dios.. ¿me habrá drogado?, empiezo a mirar todo muy nerviosa, no había síntomas de preservativos, y para colmo el tipo estaba comiendo pared y no podía verlo bien. Maldita sea... La habitación del hotel estaba patas arriba, demasiado desorden en la entradita. Esto no puede estar pasando Estela, tranquila. Al fondo pude localizar un sillón. Era uno tipo tantra, para los que no sabéis de él, es una especie de sofá con forma curvada ideal para disfrutar de nuevas posiciones del kamasutra. Había un traje... precioso, el cual, la pava que está aquí parada contemplando, lo contempló esa misma noche. Quién me este leyendo sabe perfectamente que el pivonazo de mi cama es Hugo. ¡Joder! ¡¿me acosté con él y ni me acuerdo?!. Estela céntrate, puede que te haya drogado por venganza, una vocecita de mi interior me regañaba. Estaba alucinando, es normal, estoy como en shock.
Un ruido me hace despertar de mi conversación interior y con la discusión que estaba manteniendo conmigo misma. Se estaba moviendo. El capullo iba a despertarse y no podóa permitir que me viese desnuda. Sé lo que pensaréis, pero no quiero que me vea así siendo ahora consciente. Voy al baño y me pongo una bata, preciosa por cierto. Cojo un taburete de pelito súper cuqui y a hurtadillas me pongo frente la cama, para que sea lo único que vea al despertar. Suena romántico ¿verdad?, aunque para Hugo no le resultará así, ya que lo que no sabe es que comienza su gran pesadilla.
- Buenos días.- Lo observo callada.- Le recordaba algo más ligera de ropa.- Mi gesto se fruncía considerablemente, pero quería ver por dónde salía esta vez.- Pero le veo cambiada... ¿ha desayunado esta mañana algo en mal estado? tiene mala cara.- Su comisura se elevaba dando una sonrisa de medio lado, muy morbosa.
+ Mi cara se debe a un ser despreciable, que se ha metido en mi cama sin consentimiento.
- ¿Tenía que pedirlo?
+ ¡Váyase si aún quiere que tenga esa reunión con usted!
Su cara de guasa se le cambió en un jodido momento, estaba furiosa. No entendía nada y estaba convencida de que esto ha sido obra suya. Yo subí sola a mi habitación, pero no sé cómo entró él. Tal vez me robo la llave, o se insinuó a la recepcionista tan mona para darle una copia... Estaba furiosa, y no quería pensar mal, pero...
Un fuerte ruido me indicó que ya se marchó. Encima tiene la cara de irse con un portazo. Me duché con agua fría para quitarme el dolor de cabeza y me puse a preparar mi venganza, eso si, no antes sin llamar al servicio de habitaciones para que me dejara un manjar en la terraza con mis vistas hacia la costa del sol.
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Marbella era fabulosa. Y ahora menos que nunca, me arrepentiré de los terrenos que adquirí, a un precio muy asequible, para construir uno de los hoteles que se convertirá en uno de mis favoritos. En la habitación 269 se alojaba ella. Era preciosa, me fijé en esos ojos almendrados nada más pisar la sala en la que mi equipo organizó el evento. Tenía ese algo que no me transmitía las chicas que se dedicaban a este mundo. Es una mezcla de inexperiencia juntada con curiosidad y eso me creaba cierta incertidumbre, porque la chica es bastante buena en los negocios. "Turismo sexual" ... era inevitable reírme, no por el proyecto, que conste, si no por el nombre. Era atrevido y muy curioso, la gente solo al leerlo le incitará a informarse sobre el tema, y aunque no supieran de que se tratase, les darían ganas de probarlo. Es una gran genialidad, una especie de eslogan publicitario, sencillo y exitoso. Como ella, Estela era así. Esta mañana la cagué demasiado, creo que me he jugado la reunión de hoy por actuar inconscientemente. Soy dueño del Hotel Banús, y era lógico que me dieran la llave. Entré esta mañana, sobre las siete, no podía conciliar el sueño después de la valentía y chulería que tuvo la noche anterior, delante de mi mejor socio. Tratarme así sin conocerme de nada, ¿por qué?.
La vi tendida en la cama desnuda, tenía las curvas perfectas, una piel suave y tersa, perfecta para pasarle mi fusta de cuero. Se lo deslizaría desde el cuello hasta esas nalgas, acabando con un golpe suave y seco. Se me ponía dura solo de imaginármelo.
Me desnudé y con cuidado me tumbé a su lado, dejando todo desordenado como si hubiéramos tenido sexo. Solo de pensar su cara al despertar me daba satisfacción. Se enfadó muchísimo, me tiro la ropa y me obligó a salir con la polla afuera, si hubiese sido otra, no lo hubiera permitido, pero ella era distinta, sabia como hacerlo.
Me preparé para dirigirme hacia el despacho, la maldita no me avisará, aunque supiera que no vendría, tenía esa esperanza ciega que decía que sí, y que me iba a poner de vuelta y media. Tenía muchas preguntas sobre su proyecto, y sobre ella, esa vocecita tenía que contarme muchas cosas.
Recibí una llamada muy breve, Estela se encontraba en las instalaciones. E de confesar que me puse bastante nervioso, quería que saliera todo perfecto, y eso significaba que su maldito té chai debía estar recién hecho. Margarita, entró con él, menos mal, un suspiro de alivio se adueño de mi gesto y mi asistenta parecía que se levantó con bastante parsimonia.
- ¡¿Margarita, quiere dejarlo en la mesa de una maldita vez?!
+Si, señor
En cuanto salió, mire por la cristalera del despacho y la vi justo salir del ascensor. La hija de puta, perdón por el insulto, se puso bellísima. Un vestido coral con cuello vuelto y unas medias negras que seguro que serían de liga. Unos tacones de aguja que les sentaban muy bien a sus piernas. Y un maquillaje bastante natural, haciendo resaltar sus pómulos.
- Buenos días, señorita… - Primera cagada, me documente de todo y no sabía su apellido. Pero que coño te pasa Hugo, no eres un niño para que se te escape ciertas cosas. Primer golpe en tres… dos… uno…
+ Buenos días, señor Ruiz, veo que solo se documenta de todo menos del apellido de su futura incorporación empresarial. Me apellido Lozano, Estela Lozano. Ahora ya que no me trata como tal, voy a sentarme para disfrutar de mi té. Ha sido toda una cortesía por su parte.- Será capulla...
- Tome asiento.- Le indiqué.- no quiero que usted se sienta incómoda, quiero agradarle lo mejor posible esta entrevista y por ello veo bien hacerla aquí, junto unas maravillosas vistas.- Aunque contigo me bastan.
+ Unos sillones bastante exóticos con pinta de ser algo molesto,le habrán salido por una fortuna.- Opte por obviar esa insinuación y comencé.
- ¿Podemos tutearnos?
+ Si, se me da bastante mal tanta seriedad, aunque contigo me sale sola.
- Guau… Venimos con buen humor.
+ Digamos que no tuve buen despertar, aunque sí unas buenas vistas.
- ¿A qué edad te empezó a gustar el sexo no convencional?
+ ¿No venía para una especie de entrevista sobre mi proyecto?
- Y eso hago, quiero entender.
+ Con dieciséis años me empecé a fijar en otras cosas que el mundo no lo llama algo común. Empecé a curiosear, a informarme y ver todo tipo de situaciones en las que mi cuerpo experimentaba excitación.
- ¿Cuándo frecuento locales?
+ Al poco tiempo, decidí pasarme por primera vez con un amigo, y se convirtió en mis planes de fin de semana.
- ¿Preferencias? - me encontraba anotando todo en mi cuaderno sin quitarle los ojos de encima, cuando la veo levantarse. La observo, se colocó detrás de mí, de manera muy sensual, mi polla empezaba a notarse en mi pantalón del traje.
+ ¿Que edad tienes? ¿treinta, treinta y dos?. Estas preguntas me las hacía mi novio de quince años mientras no quitaba la mirada de mi escote.- sus manos bajaron por mi pecho, desabrochando algún botón que otro. Su aliento lo sentía contra mi cuello, y detrás suya tenía un espejo que me dejaba ver todo por el que tenía enfrente. Ella se dio cuenta del detalle y se inclinó más para dejarme ver sus pliegues. No llevaba ropa interior. Joder, me estaba poniendo malísimo. Pulsé un botón para que los cristales se volvieron opacos. Mi despacho era algo parecido a un cuarto sexual. Me encantaba la cara de sorpresa que se les quedaba a las chicas al ver todo lo que tenía guardado sin que se lo imaginaran. Pero ella, parecía que se lo olía, iba mil pasos por delante mía, y eso me excitaba aún más.- Y tú, no dejas de hacer lo mismo pero con mi culo. Soy observadora y se perfectamente que esta habitación tiene varias sorpresas que a alguien como yo no les asustan.- Giró mi asiento con el pie derecho, cogió mi corbata y me levantó. Me dirigió hacia la mesa del despacho, me empujo y me pidió que la mirara fijamente a los ojos sin quitar la vista de ellos, mientras ella se desnudaba, me tentó mucho mirar hacia sus poderes, pero debía obedecer. Se sentó encima de esta, en la esquina, casi al ras, un fallo de equilibrio y se caía. Se tumbó levemente hacia atrás.- Tócame todo menos mis labios y no precisamente los que tienes más cerca.- Mis dedos se deslizaron sobre su piel, cada rincón escondía un gemido mudo de ambos, estábamos muy excitados.- Cógeme fuerte de la cadera mientras me comes.- Hice lo que me dijo, me arrodillé y le besé por dentro de los muslos, hasta llegar a su clítoris, estaba tan abierta que me dejaba ver todo con claridad, lo tenía tan perfecto… Me puse a jugar con él. Lo lamí suave, y pasé la punta de mi lengua por la cara interna de los labios de fuera, le gustaba mucho. Volví y ahora mi lengua jugó un poco más suave pero sin apretar, esto se conseguía con experiencia, los novatos en este momento apretaban y no debía ser así. Había varios niveles de suavidad. Ella se estremece, con cuidado para no caerse. Cambié una de mis manos para apoyarla en el pubis fuertemente para hacer peso y así mantenerla en la posición, mi otra mano procedió a introducir el dedo índice despacio mientras mi lengua apretaba con movimientos lentos y duros por su campanita. Movimientos al son. Ella gemía cada vez con más intensidad, y eso a mi me hacia arder algo muy delicado de mi cuerpo. Mis dedos empezaron a moverse más rápido, dando en esa zona rugosa tan apreciada por las chicas y tan compleja. Mis labios succionaron su pepita de varios estilos, intercambiando maneras y pasando mis dientes con cautela, haciendo que le mordía. Mis dedos mojados, notaron el botoncito de squirt, el famoso punto G, lo estimulé de manera que se llenara lo suficiente hasta doler. Ella me dominaba pero ahora quería hacerlo yo. Se quedó muda, movía las caderas indicando que ya, pero no quería. Apreté cada vez más su pubis para prepararla, era un truco buenísimo para aumentar su placer. Tras unos minutos comiéndole ese coño tan sabroso, “pulsé” y mi cara se mojo, tanto como si me tirasen un par de vasos llenos de agua. Estaba muy dulce, me encanta su sabor. Ahora era el momento de besarla y que disfrutara de su placer tanto como yo. - Te odio.
- Lo sé.
Era alto, robusto y no me suponía esfuerzo cogerla de tal manera que acabara sujetando sus muñecas , pasando sus muslos en mis hombros y teniendo el manjar que me estaba comiendo minutos atrás de nuevo en mi boca. La trasladé, pero antes estampé su espalda en la pared para comerla un poquito más, sus gemidos eran brutales. ¿Cómo coño puede gemir tan sexy?. Me apretaba la cabeza con sus muslos, le temblaba el cuerpo, pronto vendría su próximo orgasmo. Aprovechando que tenía dos puntos fuertes, uno de apoyo y otro de sujeción, alcancé el mando para programar los cristales. Instale un sistema automático de persianas pero en vez de estas, bajaban espejos para disfrutar de varias vistas. Estela, estaba atónita, no se creía lo que estaba viviendo. Venía con aires de grandeza pero esto le venía grande, y lo mejor es que le encantaba. Con el sexo se puede conocer también a una persona, y ella era mi ser perfecto, la quería tener en mi día a día, enseñarle todo lo que desea, hacerle realidad sus fantasías, ayudarla en su proyecto y llevarlo a cabo por todo el mundo. Por un momento quería una vida junto a ella.
+ ¿En que piensas? déjate de estupideces y fóllame. - No tenía paciencia… me encantaba.
- Pienso en todas y cada una de las maneras en las que te pienso follar en mi vida entera.- Su expresión cambió en décimas de segundo, pero se reafirmó para que no notara que ella sintió lo mismo que yo.
Nos deseábamos, y creo que era el momento. Momento de hacerle ver delante de mi espejo lo bonita que se veía gimiendo, regalándome su placer y deseando aún más por cada cosa que mi mente idealiza para ella. Porque en ese despacho creamos la atmósfera que nos haría grandes en un futuro, porque la fiesta de la cooperativa que tanto odie, supo traerme el que sería el gran amor de mi vida.
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Han pasado tres años desde aquella reunión que me propuso Hugo Ruiz, reunión que fue algo alocada y fuera de lo común. Maldito hombre, lo maldigo cada vez que me acuerdo como me cogió de las muñecas dejándome descansar en la pared mientras mis muslos se apoyaban en sus hombros. Era alto, fuerte, guapo y le encantaba el sexo, como a mí. Con el tiempo me di cuenta de que me caló demasiado rápido, y yo con mi carácter e inocencia solo le daba unos ratos de risa para meterse más conmigo, o metermela. Aquel día dio lugar a nuestra relación. Si, Hugo y yo somos pareja. Al principio nos costó un poco, ambos nos considerábamos dominantes pero con cada uno nos salía nuestra vena sumisa. De primeras era un espectáculo, nos peleábamos mientras follábamos y luego acabábamos entre carcajadas. Le propuse que se cambiara de despacho, y que dejara aquel para nuestras reuniones y juegos. Aún, sigo descubriendo algo nuevo de ese lugar. Se gasto una pasta para hacer un cuarto de juegos más porno y excitante y con más detalles que el de Christian Grey. Me encantaron aquellos libros.
Hoy tenemos una reunión que cambiarán nuestras vidas. El proyecto que di a la luz hace cuatros años, a crecido muchísimo. Solo necesitaba un empujón de alguien con renombre en esta industria y estamos a escasos minutos de la confirmación más exitosa. Mi proyecto, ahora nuestro, pasaría a ser top trending a nivel mundial, lo que conllevaba una subida monumental de ingresos.
Os cuento esto, desde la villa más lujosa de Marbella, vestida de gala, mientras espero la videoconferencia para mi esperado premio, abierta de piernas apoyando el peso en los zapatos de tacón, con mi tanguita por los tobillos, y el amor de mi vida penetrándome, mientras tiraba de mi pelo suelto, empujándome hacia él.
A.C
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