Con tan solo el roce de mis labios deslizándose por sus pliegues intuyo la humedad que estos generan en su interior. Aún no quiero probar su sabor. Quiero hacerla suspirar. El silencio se apodera de la habitación, rompiéndose con su respiración agitada al hundirme en los placeres escondidos de su cuerpo. Con ternura, y a la vez dureza en mi mirada, cojo cada una de sus manos y las llevo por encima de su cabeza, atándolas con mi cinturón. La beso. Me regala una sonrisa pícara. Presiente y se pone nerviosa. Le gusta. Le gusto. Mi beso corto le dejan con ganas de más. No te preocupes nena, te daré todo lo que nunca te atreviste a pedir. Deslizo mi nariz por su cuello, su aroma es especial, pero ahora solo me detengo en su respiración. Es la culpable de hacerme saber el que sí, y el que no. Le muerdo flojo. Se estremece. Bien. Ahora muerdo más fuerte, apretando sobre su muslo el gran regalo que le espera, y lamo una fina línea imaginaria que llega hasta su oído. - ¿Te gusta?- Le pregunto s...
Blog de Andrea Cabello - Relatos eróticos, amor y desamor.