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Cohibida diosa.

Con tan solo el roce de mis labios deslizándose por sus pliegues intuyo la humedad que estos generan en su interior. Aún no quiero probar su sabor. Quiero hacerla suspirar. El silencio se apodera de la habitación, rompiéndose con su respiración agitada al hundirme en los placeres escondidos de su cuerpo. Con ternura, y a la vez dureza en mi mirada, cojo cada una de sus manos y las llevo por encima de su cabeza, atándolas con mi cinturón. La beso. Me regala una sonrisa pícara. Presiente y se pone nerviosa. Le gusta. Le gusto. Mi beso corto le dejan con ganas de más. No te preocupes nena, te daré todo lo que nunca te atreviste a pedir. Deslizo mi nariz por su cuello, su aroma es especial, pero ahora solo me detengo en su respiración. Es la culpable de hacerme saber el que sí, y el que no. Le muerdo flojo. Se estremece. Bien. Ahora muerdo más fuerte, apretando sobre su muslo el gran regalo que le espera, y lamo una fina línea imaginaria que llega hasta su oído.

- ¿Te gusta?- Le pregunto suave. Al ver que ella no contesta, le cojo del pelo y le tiró fuerte hacia atrás. ¿Te gusta?- Le vuelvo a preguntar.

+ Si... - Es tímida, lo noto. 

Un bocadito leve, en el lóbulo de su oreja, llevándolo este hacia mí. Está tan rica... 
Me despego un poco de ella. Me mira tan pulcra, que le señalo mi paquete con mi mirada.

- Eso es tuyo, pero aún tienes que esperar.- Un suspiro desesperado hace que se me ponga aún más dura. Esas cejas dibujando un gesto triste contradiciendo con su labio mordido.

Mi camiseta me ayudará para taparle los ojos con un pequeño nudo en su nuca. Sus pezones son los chivatos de su excitación. La piel de gallina y ellos tan duros que me invitan a comerlos. Mordiscos suaves y algo fuertes en uno, saliva y mi dedo índice actuando sobre el otro. Sus gemidos algo más fuertes, pero sensuales.

Le beso. Beso su vientre, deslizándome hacia lo que será mi mejor manjar. Me detengo, quiero hacerla sufrir. Le dará placer. Hundo el dedo medio, suave desde el clítoris hasta su zona mojada, no sin antes volver al proceso anterior un par de veces más, no quiero meterle nada aún.

Su pepita aumenta de tamaño cada vez que la acaricio. Le escupo para que la sensación sea más placentera y así no hacerle daño.Le introduzco dicho dedo, suave, sin apenas apreciar un par de veces, para que la tercera sea acompañado de mi dedo anular. Los dos juntos, metiendo y sacando para bañarme de su humedad. Ahora es cuando, mientras le beso, busco esa zona rugosa con delicadeza, haciendo un vaivén, apretando cada vez un poco más. Y ahí está, esa parte redondita. Esa parte a la que le llamo "el botón del placer". Cuando lo palpas, este se prepara para llenarse de lo más delicioso. Mis movimientos no dejan de ser suaves cuando introduzco, duro cuando se produce el vaivén y suave cuando los saco. Parece complicado, pero se hace sencillo mientras contemplas aquellas vistas. Sus caderas acompañando mis movimientos. Sus manos inmovilizadas, sus ojos tapados, mis besos mojados y su placer explotando sobre en mi piel.


A.C

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