Nunca pensé que aquella simple despedida fuese tan dura en los próximos días. Porque mi cuerpo no se imaginaba que iba a estar tanto sin sentir el calor de tu piel. Mis ojos, no supieron detenerse en ese pequeño instante para contemplar lo que más tarde, sería añorado. Y mi corazón, simplemente no quiso asustarse por la verdad que se presentaba.
Hoy, son siete los días que llevo sin verte, en los que cada minuto se vuelve una eternidad. En los que cuando cierro los ojos, todo regresa a la normalidad. Imágenes tan nítidas, que parecen reales. Solamente, tú y yo.
Tu fragancia, aroma puro que me eriza la piel, tan significante para mis sentidos como para el recuerdo. Tu piel morena, tan natural que me produce envidia. Tu mirada, la más bonita, la culpable de chivarme todo lo que por tu mente pasa. Tu sonrisa, la que me cautivó desde el primer momento, la culpable de llenar mi estómago de mariposas revoloteando. Tu cuerpo, tan lindo y a la vez tan caliente que produces fuego al conectar con el mio.
Echo de menos todo lo que parece insignificante del día a día. Aquellos besos mojados que más tarde se convierten en pequeños 'te quiero'. Las caricias que hacen envolver mi cabello. E incluso los pequeños suspiros entre tu boca y la mía.
Ahora, en este instante, estás siendo ese deseo, el cual aun estando a mi lado, siempre me vendrá sin querer tu nombre. Porque lo que más quiero, es nunca perderte.
A.C
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