Era encantador, decía la gente. Nunca encontrarás a nadie como él, decían
las mayores. Siempre está para cuando lo necesitas, pensaban los amigos.
Es increíble cuando ciertos comentarios a una edad temprana te hacen condicionar el pensamiento real que tienes sobre una persona. No voy a mentir. Era guapo, simpático, siempre se disponía a ayudar a las personas, y tenía el carácter que, aparentemente, te hacía pensar que no hay más hombres en el mundo como él. MENTIRA. Este pensamiento se fue desvaneciendo poco a poco.
Con el tiempo me empezó a dar rabia los comentarios de la gente, en mi interior gritaba para que se callaran. No sabían cual era mi cruda realidad. Aparentar estar bien cuando mi alma estaba apagada. Sonreír cuando minutos antes me despreciaba. No dormir por creer que mi cabeza estaba enferma. Hacerte ver que todo su mundo es tuyo y no avanzar contigo.
En mi trayecto hubo personas que me advirtieron, querían ayudarme y ver que esto no era normal. Que si alguien te ama no condiciona tu vida a su forma. No te ata psicológicamente. Y que la empatía que decía tener, era totalmente nula. Lástima que mi venda fuese opaca en esos instantes.
En mi interior empezó a crecer una vida. Nunca me odie tanto por ello. No quería traer al infierno a un hijo que hará a su padre más fuerte para destrozarme la vida. Tenía miedo de decírselo, me aterraba pensar que podría hacer daño a mi hijo. Fruto de un amor sucio y vacío.
Fue entonces cuando me armé de valor. Cogí mis maletas y me marché.
Pensaréis que porque tenía tanto miedo si no me pegaba, me tiraba al suelo o típicas cosas que hacen estas personas tan rastreras. No hay más miedo que cuando te lo hacen psicológicamente. Te destruyen por dentro, lentamente. Se benefician de poseer a una marioneta que hará todo lo que el 'macho' se proponga. Y si un día rompes esa cadena, su enfado será tal que pueda incluso matarte. Es ahí cuando salen las típicas frases "se veía bueno, no entiendo nada", "un vecino peculiar, siempre estaba ahí, no sé qué ha podido pasar". Pasa que maltrata, minoriza tu ser por creerse más que tú, y todo porque eres mujer.
Hoy, he sido capaz de hablar de mi pasado, aunque esto se haya reflejado en mi viejo diario, rellenando mis últimas páginas amarillentas y polvorientas. Pensé que nunca es tarde y menos para comenzar una nueva vida y dejar atrás aquellos capítulos que nunca volveré a leer. Ahora comienza mi nueva vida, al lado de mi hija Blanca y mi marido.
Si. He rehecho mi vida. Y por una vez, me siento llena, respetada y amada.
Porque gracias a ella, fui libre.
Es increíble cuando ciertos comentarios a una edad temprana te hacen condicionar el pensamiento real que tienes sobre una persona. No voy a mentir. Era guapo, simpático, siempre se disponía a ayudar a las personas, y tenía el carácter que, aparentemente, te hacía pensar que no hay más hombres en el mundo como él. MENTIRA. Este pensamiento se fue desvaneciendo poco a poco.
Con el tiempo me empezó a dar rabia los comentarios de la gente, en mi interior gritaba para que se callaran. No sabían cual era mi cruda realidad. Aparentar estar bien cuando mi alma estaba apagada. Sonreír cuando minutos antes me despreciaba. No dormir por creer que mi cabeza estaba enferma. Hacerte ver que todo su mundo es tuyo y no avanzar contigo.
En mi trayecto hubo personas que me advirtieron, querían ayudarme y ver que esto no era normal. Que si alguien te ama no condiciona tu vida a su forma. No te ata psicológicamente. Y que la empatía que decía tener, era totalmente nula. Lástima que mi venda fuese opaca en esos instantes.
En mi interior empezó a crecer una vida. Nunca me odie tanto por ello. No quería traer al infierno a un hijo que hará a su padre más fuerte para destrozarme la vida. Tenía miedo de decírselo, me aterraba pensar que podría hacer daño a mi hijo. Fruto de un amor sucio y vacío.
Fue entonces cuando me armé de valor. Cogí mis maletas y me marché.
Pensaréis que porque tenía tanto miedo si no me pegaba, me tiraba al suelo o típicas cosas que hacen estas personas tan rastreras. No hay más miedo que cuando te lo hacen psicológicamente. Te destruyen por dentro, lentamente. Se benefician de poseer a una marioneta que hará todo lo que el 'macho' se proponga. Y si un día rompes esa cadena, su enfado será tal que pueda incluso matarte. Es ahí cuando salen las típicas frases "se veía bueno, no entiendo nada", "un vecino peculiar, siempre estaba ahí, no sé qué ha podido pasar". Pasa que maltrata, minoriza tu ser por creerse más que tú, y todo porque eres mujer.
Hoy, he sido capaz de hablar de mi pasado, aunque esto se haya reflejado en mi viejo diario, rellenando mis últimas páginas amarillentas y polvorientas. Pensé que nunca es tarde y menos para comenzar una nueva vida y dejar atrás aquellos capítulos que nunca volveré a leer. Ahora comienza mi nueva vida, al lado de mi hija Blanca y mi marido.
Si. He rehecho mi vida. Y por una vez, me siento llena, respetada y amada.
Porque gracias a ella, fui libre.
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